Una tarabita es el único medio que tienen las 35 familias que viven en la Isla Sarayacu, recinto rural de Santo Domingo de los Tsáchilas, para trasladarse de un lugar a otro. A punto de cumplirse un año desde que el río Blanco arrastró el puente de la localidad, los habitantes denuncian que hasta la fecha la Prefectura no los ha ayudado y lo único que les mencionan es que no tienen presupuesto para ejecutar una obra de contingencia ni para construir el muro de escollera en la parte lateral del afluente. Se sienten olvidados.

Los moradores construyeron la tarabita con sus propios recursos que les cuesta alrededor de $300 dólares mensuales mantenerla en óptimas condiciones, pues tienen que comprar cabos y poleas. Por esta improvisada infraestructura solo puede pasar una persona con dificultad. En esta zona producen leche y cultivan cacao, por lo que la necesidad de un nuevo puente es urgente.

Las últimas lluvias han empeorado el estado de la vía que conduce al recinto. En varios tramos se forman enormes charcos de agua y zanjas, lo cual complica circular con los vehículos.

Dentro de las promesas de mejoramiento que les ofrecieron estuvo el arreglo de uno de los puentes de badén que se encuentra en la vía, pero no se cumplió. Exhortan a las autoridades a brindar el apoyo necesario, pues en el recinto viven niños que necesitan ir a clases, adultos mayores que deben ser atendidos y personas con discapacidad que no pueden salir a recibir sus tratamientos.