abril 30, 2025

PREOCUPACIÓN EN PACIENTES RENALES POR DEUDA DEL GOBIERNO CON DIALIZADORAS

La vida de más de 600 pacientes renales en Santo Domingo pende de un hilo debido a la alarmante crisis que enfrentan los centros de salud encargados de proporcionar tratamientos de diálisis. La deuda acumulada por el Ministerio de Salud Pública y el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), que supera los 10 millones de dólares, ha obligado a muchas clínicas a reducir la frecuencia de las sesiones de diálisis, pasando de tres a apenas dos veces por semana.

Clínicas como Sochiemod llevan esperando pagos desde hace más de dos años. Esta prolongada falta de recursos ha deteriorado gravemente la calidad de atención médica y sembrado el miedo entre los pacientes, que ven cómo sus posibilidades de sobrevivir disminuyen con cada semana. “La situación es grave”, expresa Narcisa Jama, una de las pacientes afectadas, con la voz entrecortada. “Vivimos con la angustia diaria de morir por falta de atención”.

Para muchos, costearse las tres o cuatro sesiones semanales que necesitan para seguir con vida es imposible. “Los que pueden pagan, los demás mueren”, lamenta Diego Tigse, paciente renal. Explica que quienes aún logran recibir tratamiento deben gastar al menos $32 semanales en insumos, en medio de una situación económica ya insostenible para la mayoría.

Pero la crisis no solo golpea a los pacientes. El personal médico y administrativo de las unidades de diálisis tampoco ha recibido sus salarios desde octubre del año pasado. Y el panorama podría empeorar: la falta de pagos amenaza con cortar el servicio de recolección de residuos médicos, lo que provocaría un cierre técnico de las clínicas, dejando a cientos de personas sin atención.

A esto se suma la pérdida, desde hace dos años, del servicio de transporte para los pacientes, obligándolos a enfrentar largas y costosas travesías para poder acceder al tratamiento que les da vida.

Esta es una emergencia humanitaria. Los pacientes, sus familias y el personal sanitario claman por una respuesta urgente de las autoridades. Cada día de silencio oficial es una vida que se pone en riesgo. Las personas con enfermedad renal crónica no pueden esperar más. La salud no puede seguir siendo ignorada.

Anterior Post

EL 24 DE MAYO SERÁ LA QUINTA EDICIÓN DE SANTO DOMINGO TRAIL

Próximo Post

SEMINARIO SOBRE INNOVACIÓN, SOSTENIBILIDAD Y DISEÑO URBANO RÍOS Y CIUDADES EN SANTO DOMINGO

post-bares